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Para los que nos estéis versados en las modas del cole el slime es lo que yo de pequeña llamaba «blandiblú», es como un moco con el que los niños juegan. Ahora está bastante de moda entre los niños de la clase de la mayor así que, como es de esperar, me pidió si podía comprar uno…. Quise aprovechar la petición y lo transformé en una tarde de experimentación… «¿Lo hacemos en casa?» ¡¡Toda una ocurrencia por mi parte!! 🙂
Primero me dediqué a buscar recetas y resultó haber demasiadas posibles recetas de slime en las redes. Finalmente me decidí por una que parecía sencilla y nos pusimos manos a la obra: las dos niñas y los dos adultos.
La receta escogida resultó ser un “epic fail”, aquello no había manera de convertirlo en una masa pegajosa, es más, nos quedamos en una sopa de color, nada más. Mientras el padre batía la sopa por si en algún momento empezaba a espesarse yo rehice la búsqueda y añadimos un nuevo ingrediente… ¡y funcionó!
A base de prueba y error encontramos unos ingredientes que cuadraban y entendimos para qué servía cada uno:
- Cola blanca: obviamente sirve para mantener el conjunto unido
- Maizena: tiene como objetivo dar consistencia al producto
- Jabón (empezamos con jabón de marsella, pero acabamos con gel del cuerpo): es lo que le da esa sensación de blandiblú, como mocosa.
- Purpurina y témperas: para decorar.
Al final, lo más sencillo fue lo mejor. Consiste en mezclar inicialmente cola, un poco de tempera escogida y maizena como si batieras un huevo hasta obtener un pasta homogénea y añadir el jabón. Cuando puedas tocar la masa sin mancharte es el momento de cogerla para amasarla fuertemente con las manos.
El proceso debe estar controlado por un adulto y en algún punto es posible que tengas que batir o amasar ya que es un buen rato.
Lo que más triunfó fue el paso final: poner la purpurina. Se hace un hueco, se coloca la purpurina y volvemos a amasar pero esta vez es más fácil ya que está más blando y lo podían hacer ellas solas.
El objetivo se cumplió, ahora tenemos cuatro slimes de colores y con purpurina. Pero más importantes fueron los aprendizajes de la experiencia….
Más fácil conocer los ingredientes que encontrar con la receta adecuada
Con tanta información en la red simplemente escogí la que no era, pero al hacer experimentación encontramos los ingredientes que nos servían y, además, aprendimos para qué servía cada uno. Este conocimiento fue clave porque a cada una de ellas le hicimos una consistencia diferentes. Por ejemplo, la pequeña acabó teniendo una masa un poco parecida a la plastilina para poder moldear mientras que la mayor consiguió su anhelado slime mocoso.
La paciencia es la madre de la ciencia
También fue un aprendizaje para ellas, persistiendo y buscando alternativas encontramos la manera de hacerlo. En la vida no todo sale a la primera y eso creo que también hay que aprenderlo.
Habría salido más barato y limpio comprarlo
Estoy segura que con las pruebas que hicimos nos gastamos más dinero de lo que cuesta en la tienda de debajo de casa, sin duda 🙂 pero el objetivo era pasar una tarde chula experimentando y eso lo cumplimos con creces. ¡Dos horas y pico que estuvimos amasando y batiendo!
Obviamente ensuciamos media cocina y la mayoría de cacharros que tenemos, pero es justo decir que se podía limpiar fácilmente con agua caliente.
Dos adultos para dos niñas
Es una buena proporción en estos casos. Esta vez tuvimos que participar bastante en la elaboración, por lo que estar los dos nos permitió atenderlas tranquilamente y poder estar atentos a lo que íbamos haciendo.
Una tarde completa
Resultó que pasamos toda una tarde en familia sin más preocupaciones que encontrarle el punto a la mezcla del slime. No se puede tener una terapia más efectiva para olvidarte del estrés del día a día.
Recompensa final
Al acabar le pregunté a la mayor si le gustaba su slime, con un poco de miedo de que me respondiera que no se parecía al de sus amigas o que quería la cajita en cuestión. Su respuesta hizo que valiera la pena la tarde entera: “Me encanta mi slime y lo mejor es que lo he hecho yo” – toda orgullosa de su creación. Por otro lado, ver la cara de diversión de la pequeña mezclando su slime fue también un puntazo. No quería ni soltarlo 🙂
¿Te animas a probar?
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