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En 1993, un grupo de maestras ilusionadas comenzaron un proyecto educativo diferente a la comarca de la Garrotxa, en Catalunya. Tenían como objetivo crear una escuela infantil acogedora y amable, pensada en el bienestar del niño donde el juego libre predominara durante la mayor parte del día.
25 años después, la escuela infantil Les Baldufes, en Olot, se ha convertido en uno de los referentes para maestros y educadoras de la primera infancia. Pero sobre todo, se ha convertido en un referente para los muchos padres que llevamos a las criaturas allí, mientras estamos en el trabajo, sabiendo que en nuestra ausencia, los pequeños estarán bien cuidados, y serán respetados y queridos.
Para celebrar los 25 años de Les Baldufes de Olot, he querido hacer una entrevista a una de sus educadoras, Missi Casacuberta, que ha sido también la educadora de mi hija mayor en los últimos dos años.
Con una trayectoria tan larga y tanta experiencia a sus espaldas, sus respuestas seguro que serán interesantes para intentar ver cómo han cambiado los niños a lo largo de estos años, cómo hemos cambiado los padres y qué corrientes educativas se están siguiendo hoy día a las guarderías. ¡Vamos!
Missi, ¿han cambiado mucho los niños en 25 años?
Los niños y niñas de hoy se expresan abiertamente. Años atrás la mayoría no se atrevía a contradecir al adulto, tristemente la preocupación de las criaturas era agradar y tener su reconocimiento. En cambio ahora, y cada día más, estamos viendo niños que lo que hacen lo hacen para ellos mismos, por la propia satisfacción personal.
En los últimos años a medida que, tanto las familias como la escuela han ido evolucionando hacia un modelo educativo más respetuoso, hemos visto cómo el niño se ha sentido seguro y libre para expresar lo que siente y mostrarse tal y como es, sin miedo a las represalias, sabiendo que si está enfadado o triste será escuchado y acompañado y nunca juzgado. Esto no es fácil para la persona adulta que debe saber reconducir la situación de manera acertada ante un conflicto, así como poner las palabras justas en caso de un enfado o frustración o solamente estar cuanto basta nuestra presencia empática, que siempre es lo más importante.
Los niños de ahora son más autónomos, porque les damos tiempo, espacio, dejamos hacer y nunca penalizamos el error, porque que el verdadero proceso de aprendizaje de la autonomía van de la mano del acierto y el error. También tenemos claro que un niño para convertirse en autónomo debe poder asumir riesgos (hay que diferenciar el riesgo del peligro). Debemos darle la posibilidad de actuar y de ir tomando pequeñas decisiones y responsabilidades (dentro de sus posibilidades) fomentando así un creciente criterio propio y una autonomía auténtica que es la que nace de dentro del niño y no es aprendida o impuesta desde fuera. Un niño por el hecho de sepa ir al WC solo o coma solo no quiere decir un niño autónomo. Ser autónomo va más allá.
¿Qué opinas del uso de los móviles y tablets ya desde pequeños? ¡Hace 25 años ni siquiera existían!
Sin duda, el mayor cambio a lo largo de este tiempo ha sido con las nuevas tecnologías que forman parte de nuestra vida cotidiana: el móvil nos acompaña siempre y el niño desde muy pequeño lo manipula y mira videos o juega. Todas sabemos que el niño necesita moverse, experimentar, imaginar y jugar y jugar para crecer sano. Por lo tanto el problema radica en todo lo que deja de hacer mientras está abducido por una pantalla.
Desgraciadamente las pantallas son las nuevas niñeras que entretienen a los niños mientras los padres hacen otras cosas y el coste que pagamos es demasiado elevado. Son niños que se aburren ante el ritmo natural de la vida; impacientan; a la guardería no juegan, no saben que hacer si no es con un juego dirigido por un adulto; son niños que han perdido la capacidad innata de sorprenderse por el mundo y las cosas que les rodean, y con estas han perdido el deseo de inventar, crear y de investigar.
Afortunadamente son pocos niños pero no deja de ser una realidad que a las personas que llevamos tantos años con la pequeña infancia nos sorprende ya la vez nos preocupa.
Últimamente se oye hablar mucho de métodos pedagógicos … Que si Montessori, que si Waldorf, que si Reggio… está cambiado la forma de educar a los niños en estos últimos años?
Hace sólo 25 o 30 años socialmente había muchas ideas erróneas sobre las capacidades de los bebés, y muchos padres, madres y abuelas se creían que el niño al nacer era prácticamente ciego. Entre otras cosas veían al niño como un «proyecto de futuro», como un ser «todavía por hacer»: que todavía no se aguanta sentado, todavía no camina, todavía no habla, … y un montón de «todavía no hace».
Esta mirada ha cambiado y hoy todo el mundo sabe que todos los sistemas perceptivos funcionan en el feto antes de nacer: vivimos la época del niño competente. Se considera al niño como una persona activa y con innumerables potencialidades, una persona rica en valores, derechos y deberes, con la necesidad de descubrir, experimentar, crear, interaccionar y comunicarse con los demás y al mismo tiempo es capaz de hacerlo. Esta mirada de niño potente y capaz ha hecho cambiar la imagen del cuidado de los niños positivamente.
Al margen de esta nueva mirada de niño que ha sido el verdadero motor del cambio, sin duda la palabra innovación está de moda. Desgraciadamente se producen transformaciones en algunos centros sin una reflexión profunda sobre las razones y los principios que deberían orientar los procesos de cambio, y se limitan a incorporar materiales de las llamadas «pedagogías alternativas» que utilizan como marketing para captar familias. No hay que dejarse deslumbrar por métodos pedagógicos que están de moda, tenemos que mirar más allá.
También está de moda introducir el inglés desde bebés, lo que tampoco es sinónimo de escuela respetuosa, ni de cambio de mirada. Las escuelas respetuosas son las que apuestan por el buen trato en la educación de los más pequeños, que hacen posible ambientes ricos en propuestas que faciliten la posibilidad de combinar el juego y la vida cotidiana, respetando los diferentes ritmos.
Hablas de introducir el inglés ya desde bebés… También está de moda que los bebés hagan mil actividades y talleres: psicomotricidad, mesa de luz, manualidades, pintura… ¿Queremos que los niños hagan de todo?
Nosotros huimos de la tendencia de hacer muchas actividades programadas desde bebés: «trabajar», «hacer, hacer y hacer»… A veces parece que al niño desde la cuna se le pida ser productivo — ¡como si crecer y hacerse mayor no fuera suficiente!
Esto se da porque algunos centros aún no encuentran una forma alternativa de mostrar a las familias la calidad de su labor, de explicar qué hacen o cómo lo hacen. Y hay que decir que muchos padres también les gusta que sus hijos hagan muchas cosas, entonces tampoco se plantean qué pasa antes y después de la actividad. Sólo ven el resultado si es sobre el papel o la foto.
Son actividades programadas a medida y a gusto del pensamiento adulto que nos lleva a preguntarnos: ¿dónde está el niño autónomo capaz de pensar y decidir? ¿Qué piensa el niño de esta uniformidad, donde todos deben hacer lo que propone el adulto: cuándo hacerlo, qué y cómo hacerlo? ¿Damos respuesta a los diferentes intereses, curiosidades y ritmos de los niños? ¿Dónde queda el valor de tantas actividades de vida cotidiana que son un verdadero y gran aprendizaje vivencial? ¿Dónde queda el valor del cuidado? ¿La atención individualizada, el bienestar del niño? Son preguntas que me vienen a la cabeza y que hace poco leí en el artículo: «Los Tiempos y los ritmos de la naturaleza» publicado en la revista Infancia de Rosa Sensat. Y quizás necesitamos recordar que el niño tiene derecho a ser libre para seguir su propio proceso, su propio ritmo, tiene el derecho a poder elegir entre una oferta bastante rica y variada, y tiene el derecho a manifestar sus preferencias.
Dejad que cita a Adolphe Ferrière, quien decía que: «El niño ama la naturaleza: el amontonan en salas cerradas; le gusta dar un objetivo a sus actividades y le hemos tomado; le gusta moverse y la hemos inmovilizado; le gusta hablar y la hemos silenciado; quería razonar y nos dirigimos sólo a su memoria; quería seguir su fantasía y la hemos hecho huir; quería ser libre y lo hemos enseñado a obedecer pasivamente.»
Una de las cosas que más nos ha gustado como padres ha sido poder entrar en la escuela, quedarnos un rato con nuestra hija, y ver cómo juega y cómo se desarrolla. ¿Por qué decidisteis ser una «escuela abierta»?
Pensamos que el niño tiene el derecho de ser acompañado siempre que lo necesite para su familia y que los padres tienen el derecho de ver a sus hijos siempre que lo deseen. También es importante que los padres puedan ver con sus propios ojos el ambiente donde se desarrolla su hijo y la interacción que los adultos del centro establecen con él. En estas edades no tienen suficiente capacidad verbal para explicar lo que han hecho o cómo se han sentido, por eso es necesario la presencia cotidiana de las familias en el hogar.
Aprender a trabajar con las familias no ha sido fácil; ha sido un aprendizaje que todavía estamos haciendo juntos familia y escuela.
¿Y ha cambiado la relación educadores – padres – niños?
Precisamente, el hecho de ser escuela abierta hace que la relación con las familias sea más estrecha, hay tuve más comunicación y confianza mutua y sea más fácil ir de la mano familia y escuela, consiguiendo una mayor coordinación entre los dos mundos.
Supongo que los padres de hoy somos diferentes a los de hace un cuarto de siglo, ¿verdad?
Es cierto que estos últimos años vivimos un exceso de información y un amplia oferta de métodos que influencian a muchos padres que quieren hacerlo lo mejor que pueden. Esta avalancha de información provoca inseguridad en la búsqueda de querer ser padre y madre perfecta. Y esto supone una fuente de estrés enorme.
Años atrás los padres mandaban, y se tenía en cuenta muy poco a los pequeños de la casa. Hoy día los hijos ocupan un lugar de igualdad con todos los miembros de la familia. Y hemos visto aumentar el que se ha etiquetado como modelo democrático-permisivo, donde predomina el diálogo y el concentre familiar en que el niño se involucra al máximo en las decisiones que se toman en casa. Pero hay cosas que el niño no está madurativamente preparado para decidir. Los padres para evitar el llanto y el enfado, a menudo ceden ante las peticiones de los hijos de modo que las criaturas suelen tener respuestas siempre afirmativas. Por lo tanto se convierte en un modelo más permisivo que democrático.
También hemos visto en aumento lo que ahora llaman «hiperpadres« que están permanentemente encima de ellos y llenándolos el tiempo con juegos y actividades … Padres más intervencionistas que allanan el camino de sus hijos para que no tengan que enfrentarse a ningún obstáculo, haciendo lo posible para evitar que tengan cualquier frustración o disgusto.
¿Cuál ha sido el recorrido de Les Baldufes en estos 25 años?
Ya en nuestros inicios trabajábamos en pequeños grupos para poder acompañar más de cerca a los niños, y pronto empezamos con la experimentación con una gran diversidad de materiales, el juego heurístico, la cesta de los tesoros, talleres… cuando todavía se hablaba poco de estos temas en las guarderías.
Pero pronto nos dimos cuenta de que lo más importante no son las actividades que hacemos sino que todo lo que sucede mientras el niño está en la escuela. La forma en que este niño ha sido mirado, tocado, el tono de voz, el ambiente… Las personas nos vemos según como somos vistas y nos construimos según esta mirada.
Los momentos de cambio de pañales, ir al wc, lavar manos, la alimentación, el sueño… son ratos sagrados desde el respeto y la afectividad; momentos para estar sin prisas y respetando los ritmos, los gustos y la intimidad de cada uno. Pensamos que el valor educativo será mucho mayor que cualquier actividad o propuesta programada. Por ello es de vital importancia poner el énfasis en convertir en educativas las acciones, los espacios y las actividades que tienen sentido y significado para los niños.
En 2011 hicimos otro cambio importante: influenciadas por la filosofía de las escuelas Italianas de Pistoia y Reggio Emilia, mejoramos el proyecto de Les Baldufes, aportando un punto de vista estético, en el sentido del buen gusto, de la belleza y en los materiales y su distribución, siguiendo nuestra línea pedagógica, cada niño pudiera desarrollar su potencial sin la intervención del adulto. Cambió así la actitud de la persona adulta que quedaba en segundo plano y se convertía en un guía, un refuerzo, alguien que incentive, motive o provoque acciones
Actualmente seguimos con constante formación, lo que nos lleva a hacer cambios cada año, siempre para seguir avanzando y mejorando nuestra labor. Somos afortunadas de vivir esta primera etapa de la infancia, la más extraordinaria y bonita. Sólo son tres años que pasan volando, pero las huellas que dejan son permanentes y marcan nuestro itinerario como escuela. Les Baldufes seguirá trabajando con ilusión para que nuestros niños y niñas sean felices y crezcan con autonomía y bondad. ¡Porque ellos son nuestro futuro!