Hace años que deseaba poder escribir este blog post explicando nuestro caso (de éxito! lo hemos conseguido!) con el fin de ayudar a otras familias con el mismo problema. Por fin ha llegado el día 🙂 Si vuestro niño / niña no quiere y no puede hacer caca en el váter y se la hace encima, y veis que no tiene control de esfínter (incluso pasados los 3-4 años), este blog post os interesa 🙂
Empecemos por el principio: nuestro hijo ha tenido un problema de control de esfínteres hasta ahora, los 6 años y medio. A pesar de que es un tema muy tabú todavía, hablando con amigas y otras personas cercanas, descubrí varios casos más y leyendo en internet (hemos leído muuucho del tema buscando solución) vi que la encopresis afecta a un 2% de los niños. Un dos por ciento es mucho!!! (En un colegio de una sola línea, sería que afectada a 1 niño cada dos clases!!! o 2 niños de I3, I4, I5 y 1º de primaria. Un montón!). Mi intención aquí es contar nuestra experiencia para ver si podemos ayudar a ese 2% de familias. Sobre todo porque todavía hay mucho desconocimiento del tema y a veces ni siquiera los propios pediatras saben cómo ayudar y solucionarlo. Ojalá que ayude <3
La incontinencia desde bebé
Contexto: mi hijo NUNCA ha sabido hacer caca formada. Se le escapaba siempre y era muy pastosa. Desde bebé. Eso nos extrañó muchísimo. Controló el pipí sin problema pero a la hora de hacer caca era imposible que la aguantara y se le escapaba. Con 2-3 años pensamos que era porque le daba cosa ir al baño, que no había madurado los esfínteres… Pero los años iban pasando: él veía a todos en la familia y otros niños del cole hacer caca en el váter y él no podía ( y no quería?).
Desde el colegio (Escola Petit Plançó, Olot) nos han ayudado MUCHÍSIMO. Lo han respetado y le han acompañado super bien en todo el proceso. Nunca ha sido un problema de bullying en el colegio, ya que cuando salía el tema, lo abordaban de cara las maestras y se terminaba el problema en clase.
Primero: descartar intolerancias
Al ver que sus cacas eran pastosas y que hacía muchas al día, lo primero que hicimos: hablar con un pediatra y digstólogo para descartar intolerancias. Nada, todo era correcto. Estuvimos varios meses quitando leche, lactosa, … pero a veces iba mejor, otras peor, pero seguía con esa incontinencia.
Segundo: psicoterapia
Lo segundo que miramos: si era algún bloqueo psicológico. Esta fase duró 1-2 años. Cada mes teníamos visita con un psicólogo y luego con psicoterapeuta familiar. Descartaron que tuviera fobia al baño, que estuviera escondiendo algo… Trabajaron con él la autonomía y el asco. Es cierto que aquí avanzamos muchísimo porque mi hijo es muy sensible (muchísimo). Es de los que si se ensuciaba con pintura o agua, ya se quería quitar la camiseta. Por eso, la incontinencia no ayudaba porque le daba a la vez mucho asco ver su propia caca.
Mejoró mucho a nivel de sensibilidad e incluso llegó a limpiarse solo cuando se le escapaba. Se iba al baño, se quitaba la ropa y se lavaba en el bidet (prefería con agua y jabón). En el cole, nos dejaron un baño de maestros para que también pudiera hacerlo así 🙂 Se cambiaba varias veces al día y listos.
También en psicoterapia avanzamos en otro tema: nos dimos cuenta que era un niños que NUNCA se enfadaba. (al contrario que su hermana, que está siempre al límite con la frustración y la ira). La psicológa nos contó que el control de esfínteres va muy ligado al momento de 2-3 años cuando hacen muchas rabietas y se enfadan por «todo». Es cierto que eso nuestro hijo no lo hizo. No pasó por esta fase. Es importante que se enfade porque ese «soltar el enfado» va ligado a «soltar los esfínteres». Así que como deberes durante 2 meses estuvimos «animándole» a que se enfadara xD Y sobre todo que no se «escondiera» detrás de la cortina cuando se enfadaba.
En esta etapa, también hicimos lo que se recomienda siempre: sentarlo en el váter cada día después de cenar o comer durante 20 minutos, normalizar la caca con vídeos de animales, cuentos y ver a la familia, darle más autonomía, darle algún «premio» (aunque fueran gomets o pegatinas) para animarle a que se sentara –y aunque no saliera nada…
Sin embargo, nada de esto terminaba de hacer el click mental buscado y todos nos íbamos cansando mucho. 🙁
No se estaba solucionando y encima olía a encopresis…
Avanzábamos pero no solucionábamos la incontinencia. Seguía escapándosele cada día 3-4 veces. Como él mismo quería aguantar y sabía cómo hacerla bien formada, la retenía y eso le producía a su vez «encopresis»: por eso, durante muchos días se le escapada un poco solo (y ese poco estaba muy seco y olía muy fuerte) y luego su propio cuerpo (por suerte, sin necesidad de laxantes), lo soltaba todo de forma pastosa en 1-2 días.
Además, nos dimos cuenta un día que él empezaba a pasarlo mal. Quería solucionarlo pero no podía. Un día me dijo «mamá, es que quiero pero no puedo» llorando a moco tendido. Ahí entendí que quizás había un problema físico que no estábamos viendo (y no era tanto un problema psicológico).
Por eso, tras un año con psicológos y el desgaste que nos producía a todos (él, el primero), decimos parar porque no se estaba solucionando el problema. Nos relajamos todos y esperamos a ver por dónde seguíamos. Llegamos a pensar que quizás era algo madurativo físico y que tendríamos que esperar a que tuviera 7-8-9 años a poder solucionarlo. Pero cuando menos la buscamos, por fin, llegó la solución 🙂
Tercera y definitiva solución: fisioterapia de suelo pélvico infantil
Fuimos a parar (por una entrevista que escuchamos en la radio que hablaba del tema incontinencia infantil) a una clínica de fisioterapia especializada en suelo pélvico: tanto para mujeres (postparto, menopausia, preparto…) como para niños de cualquier edad. Ya en la primera visita le hicieron una ecografía de suelo pélvico y nos dijeron qué ocurría: los esfínteres funcionaban pero cuando él quería apretar lo hacía con el músculo equivocado. Su cerebro y suelo pélvico no estaban conectados para trabajar juntos.
Se le sumaba (según lo analizaron) que tiene la espalda muy recta, sin corbatura al final del recto, por lo que desde bebé no ha tenido ese espacio de corbatura «natural» donde la caca puede guardarse y cuando el niño quiera, apretar para que salga. Nunca lo ha tenido así y su musculatura interna nunca ha aprendido a trabajar correctamente para retener y evacuar cuando él quisiera. Más bien era cuando el propio músculo no aguantaba más o cuando, por peso, caía (sin fuerza muscular para retenerlo debidamente).
En esa primera visita salimos con diagnóstico y con un tranquilizador: «no te preocupes -le dijeron, tiene solución. Le pasa a muchos niños y todos lo acaban solucionando. Algunos tardan 4 sesiones, otros 8, algunos quizás necesitarán más, pero todos lo acaban controlando con los ejercicios que te enseñaremos a hacer y con las máquinas de biofeedback que pondremos cuando vengas aquí«.
Y asi fue 🙂
La clave: biofeedback y ejercicios en casa
Esta práctica del biofeedback se hace por ahora en pocos centros sanitarios pero empieza a ser conocido: son pequeñas consolas (tipo gameboy) que van conectadas a los glúteos con sensores externos (no hace daño) y en los que hay juegos de hacer subir y bajar un avión que vuela, un conejo que sube y baja montañas, una rosa que se abre y cierra… Están hechas para que el niño/a aprenda los movimientos de sus músculos. Cuando retiene hacia arriba (como un «kegel») el avión sube; cuando suelta, el avión baja. 🙂 En cada sesión hacía unos 10-15 minutos de biofeedback (kegels puros pero con feedback en pantalla para poder entender cómo funcionan los músculos: qué ocurre si hago esto o lo otro).
Y en cada sesión le hacían hacer varios ejercicios de musculatura interna (abdominal) pero siempre con juegos 🙂 La verdad es que el trabajo de las fisioterapeutas fue increíble: cómo conseguían tener al niño haciendo abdominales y trabajo muscultar 45 minutos a base de historias, juegos, retos… Luego, el «reto» lo teníamos en casa para conseguir que durante las 3 semanas que no íbamos al fisio, hiciera también algunos de esos ejercicios en casa 🙂 A base de motivaciones y retos , conseguíamos que hiciera ejercicios 5 minutos al día o similar. Aunque fue eso, estuvo bien!
La motivación final
Al cabo de 5 sesiones de fisio, mi hijo tenía ya control (lo veíamos en la máquina de biofeedback, lo bien que había evolucionado y la capacidad de aguantar y soltar cuando él quería). Por eso, un día sí que al motivarle con unas cartas pokemon como «premio / motivación» si iba al váter e intentaba hacer caca, él quiso probar 🙂 y le salió! Por fin, era capaz de sentarse y al apretar en 1-2 minutos le salía (aunque fuera muy pequeña). Le dijimos: cada vez que vayas y aprietes te damos cartas pokemon (que es lo que más le gustaba en el mundo). Y así conseguimos que él quisiera voluntariamente ir añ baño 3-4-5 veces al dia! y al ver él mismo que cada vez que iba le salía caca y cada vez era más grande y formada, eso le animó y le dio la confianza que necesitaba 🙂
Lo suyo eran cartas pokemon pero otro niño/ niña puede ser otra cosa. Algo que le motive muchísimo. Lo habíamos intentado varias veces antes con otros «premio motivacionales» pero no había funcionado porque EL NO PODÍA. Por mucho que se esforzara y estuviera sentado 20 minutos en el vater, muscularmente no sabía apretar ni podía. Por eso, fue clave rescatar los premios motivacionales cuando la fisio nos dijo «está preparado; ya sabe apretar» 😉
Un gracias enorme a Goretti Font y el Gabinet Mèdic Girona
La profesional que nos acompañó en este proceso de fisioterapia como solución a la incontinencia: Goretti Font 🙂 Tiene una clínica privada de fisioterapia y también imparte clases en el Master de Reeducación del Suelo Pélvico. Es una crack! La podéis encontrar en el Gabinet Mèdic Girona. Super recomendable!!! MIL GRACIAS, Gore 🙂
Leave a Reply